viernes, 30 de diciembre de 2016

Jesús y Judas


Los evangelios y Judas


Ahora nos vamos a buscar la relación entre Jesús y Judas y detallar algunos elementos que pueden ser interesantes.
Habíamos hecho muchas preguntas respecto a Jesús y Judas. Sobre todo, sobre las referencias que aparecen en los evangelios y habíamos sugerido un cuestionamiento. Volvamos un tanto sobre las preguntas: ¿Obedece al estilo de Jesús las palabras tan fuertes que aparecen en los evangelios sobre Judas? ¿Serán esas palabras, propiamente, de Jesús?
Están pendientes las respuestas. Y vamos a ver qué se descubre en los mismos evangelios.
Eso nos lleva a buscar elementos sobre Judas.


Datos sobre Judas en los evangelios:


¿Quién era Judas? ¿Cómo era, a qué se dedicaba?
¿Es necesario que busquemos datos sobre Judas? No, me van a decir. Porque es el traidor. ¿Y, qué tiene que ver que sea el traidor? Pues con más razón. Ya que necesitamos averiguar cómo lo veían los que escribieron sobre él, si es que escribieron. Más aún, qué pensaba Jesús sobre él. Sobre todo, si existe relación entre lo que Jesús decía y hacía, con el comportamiento de Judas.

El nombre “Judas” en el pueblo de Israel:


Un detalle importante de referir es el nombre de “Judas”, como tal. Cuando en una sociedad una persona se destaca y su personalidad ha marcado y dejado influencia en cualquiera de los ámbitos de la vida, por lo general, las familias le colocan a sus hijos el nombre de esa persona. Muy en el fondo como queriendo que sus hijos sean portadores y herederos de su influencia. Muchos son los datos en la historia: César, Augusto, el mismo nombre de Jesús, María, Penélope, Darío, Abraham, Moisés, Jacob. Y paremos de citar porque es casi infinita la lista de nombres de grandes y el uso que se hace en la práctica de las familias. Se trata de buscar como un protector y modelo especial para los hijos, por lo menos usando sus nombres. Los cristianos fueron fieles a esa usanza. Le colocaban a sus hijos los nombres de los santos, al punto, de que buscaban el nombre en el almanaque, y, más de las veces, le daban el nombre del santo del día en que habían nacidos sus hijos. ¿No es eso una costumbre entre muchas familias? No estoy diciendo que haya que hacerlo. Hasta en el Derecho Canónico había un canon donde se les prohibía a los cristianos colocarle a sus hijos nombres no cristianos y menos si éstos no habían sido dóciles al cristianismo. Hoy por hoy eso es historia, aunque permanece el mismo canon de la Iglesia Católica. Mas no tanto la práctica.
En el caso del judaísmo sucedía otro tanto. Las familias utilizaban el nombre de los grandes de su historia para sus hijos, y así, quedaban con la esperanza de que sus hijos fuesen un reflejo de las personas que admiraban, de alguna u otra forma.
Y el nombre de “Judas” era un modelo y una opción a la hora de escoger un nombre concreto. Así encontramos el nombre de “Judas” en la experiencia de Israel. Hay un Judas en el primer libro de los Macabeos. Este Judas era llamado Macabeo. Veamos el texto:

I Macabeos 2, 1-7:

Por aquel tiempo, Matatías, hijo de Juan, hijo de Simeón, sacerdote del linaje de Yehoyarib, dejó Jerusalén y fue a establecerse en Modín.
Tenía cinco hijos: Juan, por sobrenombre Gaddí; Simón, llamado Tasí; Judas, llamado Macabeo; Eleazar, llamado Avarán; y Jonatán, llamado Affús.
 Al ver las impiedades que en Judá y en Jerusalén se cometían, exclamó: «¡Ay de mí! ¿He nacido para ver la ruina de mi pueblo y la ruina de la ciudad santa, y para estarme allí cuando es entregada en manos de enemigos y su santuario en poder de extraños?

¿Quién era este Judas del primer libro de los Macabeos? Mejor que veamos su historia, un tanto larga pero necesaria[1] para encontrar elementos y comprender, o buscar hacerlo, para poder llegar a Judas Iscariote, que es el tema que nos interesa.
En todo caso, Judas Macabeo, era un héroe, un orgullo, un representante del verdadero amor y celo por el pueblo judío.
¿Era, o no, el nombre de “Judas”, un orgullo para un hijo de cualquier familia judía?
¿No era, acaso, Judas, el Macabeo, un orgullo para el pueblo de Israel? ¿No era un orgullo llevar su nombre? ¿Judas, el Macabeo, no representaba el celo y el fervor de un judío amante de sus tradiciones, de su historia, del templo?
Entonces, llevar el nombre de “Judas” era procurar mantenerse fiel, celoso y defensor del pueblo de Israel.
¿En el caso de Judas Iscariote no habría en él una referencia psicológica, remota e inconsciente a esa fidelidad? ¿No le habrían lavado el cerebro, como se dice, con esa historia, y no se sentiría él, hasta cierto punto, como obligado a ser un continuador, por lo menos, para hacer honor al nombre que llevaba, en el caso de la traición a Jesús? ¿No sería el celo a la casa de Israel lo que le había motivado a hacer lo que hizo?
Lo que si queda claro, según hemos descubierto en la historia del primer libro de los Macabeos, es, que llevar el nombre de “Judas” era un verdadero compromiso. Tal vez, una gran carga emocional y psicológica. O sea, que lo mataron, como se dice cuando le colocan un nombre feo a una persona.
Esto nos lleva a comprender un poquito a Judas Iscariote[2]. Además, el Iscariote, no era el único que llevaba el nombre del héroe del pueblo judío. También lo llevaba algunos otros, inclusive entre los mismos apóstoles como nos lo refiere el evangelista San Lucas 6, 13-16:

Cuando se hizo de día, llamó a sus discípulos, y eligió doce de entre ellos, a los que llamó también apóstoles.
A Simón, a quien llamó Pedro, y a su hermano Andrés; a Santiago y Juan, a Felipe y Bartolomé, a Mateo y Tomás, a Santiago de Alfeo y Simón, llamado Zelotes; a Judas de Santiago, y a Judas Iscariote, que llegó a ser un traidor.
        
Hasta en la familia de Jesús hay un pariente que lleva el nombre de Judas. Por lo menos, es lo que se entresaca del evangelista San Mateo 13, 54- 55:

Viniendo a su patria, les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: «¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas?

En la última Cena, el evangelista San Juan 14,21-23, refiere también a otro Judas, distinto al Iscariote quien le hace una pregunta a Jesús. Dice:

El que tiene mis mandamientos y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ame, será amado de mi Padre; y yo le amaré y me manifestaré a él.»
Le dice Judas - no el Iscariote -: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?» Jesús le respondió: «Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.

El Judas de los evangelios:

Escogido como apóstol:


Judas Iscariote es uno de los apóstoles. Escogido por el propio Jesús y contado entre los doce. Nos dice Mateo:
Mateo 10, 1-18:

Y llamando a sus doce discípulos, les dio poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos, y para curar toda enfermedad y toda dolencia.
Los nombres de los doce Apóstoles son éstos: primero Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés; Santiago el de Zebedeo y su hermano Juan;
Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo el publicano; Santiago el de Alfeo y Tadeo;
Simón el Cananeo y Judas el Iscariote, el mismo que le entregó.
A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: «No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; dirigíos más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel.
Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.
Curad enfermos, resucitad muertos, purificad leprosos, expulsad demonios. Gratis lo recibisteis; dadlo gratis.
No os procuréis oro, ni plata, ni calderilla en vuestras fajas; ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón; porque el obrero merece su sustento.
«En la ciudad o pueblo en que entréis, informaos de quién hay en él digno, y quedaos allí hasta que salgáis.
Al entrar en la casa, saludadla.
Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; mas si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros.
Y si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies.
Yo os aseguro: el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad.
«Mirad que yo os envío como ovejas en medio de lobos. Sed, pues, prudentes como las serpientes, y sencillos como las palomas.
Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los tribunales y os azotarán en sus sinagogas; y por mi causa seréis llevados ante gobernadores y reyes, para que deis testimonio ante ellos y ante los gentiles.

Uno de los doce. Sin la menor duda. Y con igualdad de derechos y facultades. De hecho en esa escogencia de los doce y en ese envío, no hace distinción ni diferencia. Les dio a todos las mismas facultades. A todos por igual. Luego, también Judas tenía el nombramiento canónico, con todas las facultades y derechos inherentes a ese cargo, como se dice en los nombramientos canónicos de la Iglesia Católica.
Además reconocido por los mismos evangelistas; ya lo dice Lucas: Lucas 22, 1-3:

Se acercaba la fiesta de los Ázimos, llamada Pascua.
Los sumos sacerdotes y los escribas buscaban cómo hacerle desaparecer, pues temían al pueblo.
Entonces Satanás entró en Judas, llamado Iscariote, que era del número de los Doce...

“Que era del número de los Doce”, dice. También San Juan da ese dato como diciendo que estaba legalito: no se había coleado, ni mucho menos.

Hombre de confianza:


No solamente con nombramiento canónico y todo, sino, que era uno de los de confianza. Al punto que era quien llevaba la caja chica y los ahorros. Así lo dice el evangelista. Juan 13, 27-30:

Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice:
«Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»
Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres.
En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.

¿No se le confía el dinero a una persona de confianza? ¿Cuál dinero, si no trabajaban? En todo caso, era el encargado de los ahorros y demás cosas. Era el de las finanzas. Y tendría que ser bueno porque si no, ¿cómo se explica que con gente como Pedro, el más viejo de todos, y, por consiguiente, él, tal vez, el menos tonto, iba a dejar su dinero en manos de uno que no generaba confianza? Por lo visto era de la confianza de todos? Si se supone que vivirían de la pesca, ¿cómo le iban a confiar sus ahorros a Judas si no era de fiarse? Sin embargo, uno de los evangelistas lo llama “ladrón”. Dice Juan 12, 4-6:

Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?» Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.

Siendo así que es el único evangelista que lo califica de ladrón. ¿Si no era de confianza por qué no lo habían destituido del cargo? ¿Por qué los demás no le quitaban la bolsa y se la asignaban a otro que fuese honesto, en caso de que Judas no lo fuera?
A este punto surgen más preguntas lógicas y más supuestos, también lógicos. El primer supuesto lógico: era de confianza y era quien llevaba los ahorros. Pregunta, ¿significa, entonces, que Judas Iscariote estuvo en el grupo de los que fueron a preparar la cena de esa noche de la última Cena? En los preparativos para la cena de Pascua, de esa última Pascua que Jesús iba a comer con los Doce, se nos dice que Jesús envió algunos discípulos a conversar con un señor que tenía una sala reservada para ellos. Según Mateo y San Marcos no se especifica quiénes fueron los discípulos encargados de los preparativos. Dice, que, los discípulos:

Mateo 26, 17-19:

El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?»
Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”
Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.

Aunque Lucas si da nombres: Pedro y Juan:
Lucas 22, 7-13:

Llegó el día de los Ázimos, en el que se había de sacrificar el cordero de Pascua; y envió a Pedro y a Juan, diciendo: «Id y preparadnos la Pascua para que la comamos.»
Ellos le dijeron: «¿Dónde quieres que la preparemos?»
Les dijo: «Cuando entréis en la ciudad, os saldrá al paso un hombre llevando un cántaro de agua; seguidle hasta la casa en que entre, y diréis al dueño de la casa: “El Maestro te dice: ¿Dónde está la sala donde pueda comer la Pascua con mis discípulos?” El os enseñará en el piso superior una sala grande, ya dispuesta; haced allí los preparativos.
Fueron y lo encontraron tal como les había dicho, y prepararon la Pascua.

¿No es posible que entre ellos estuviera Judas Iscariote? ¿Y, si no, quién iba a pagar la sala, no era Judas el que llevaba la bolsa, como dicen los mismos evangelistas? Si era el tesorero tenía que estar para todos los asuntos económicos. ¿O fue que no pagaron? Por lo que se desprende de los mismos textos se trataba de una especie de casa especial para una cena de ese tipo. Tendrían que pagar, por lógica económica. Además nade se dice que el que prestó la casa era discípulo de Jesús. ¿Y una cena para trece, como mínimo? Eso si no contamos a María, la madre de Jesús, que según la tradición también estaba en esa última Cena. Y si no contamos a las mujeres que los acompañaban, porque había un grupito de ellas, como dijimos en otra oportunidad. Por lógica, los comensales eran bastantes. ¿Y la comida quién la puso? ¿El señor de la estancia donde cenaron? Mucha gente.
Ahora bien, si Judas Iscariote estuvo en la comitiva que preparó la cena, y por lógica tendría que estar, y arregló todo lo relativo a ella, ¿por qué no lo dicen? ¿Por qué esa injusticia? ¿O no estuvo en la comitiva de los preparativos?
Por lo que se lee en los evangelios, en el relato de la misma Cena, Jesús le encomendaba a Judas tareas específicas de tesorería. Así dice Juan 13, 28-29:

Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres.

¿No iba a estar, pues, entre los que fueron a preparar los detalles de la última Cena? Hay una pregunta atrevida: ¿qué le habría hecho Judas Iscariote a Juan? Porque hay algunos detalles que solo San Juan cuenta. ¿Qué habría pasado entre los dos?
Parece lógico que sí.
Otra pregunta que surge, inmediatamente, es ¿qué comieron? ¿Cómo era la comida de Pascua entre los judíos? ¿Jesús y los doce, y todos los que lo acompañaban comían lo que se comía en la celebración de la Pascua, o comían un menú aparte, distinto?. De hecho, hay muchos elementos para dedicarse a ese tema. Ya verán lo interesante que va a resultar cuando nos dediquemos a él en el siguiente capítulo.
Pero, en lo que estamos.
Así, pues, hay elementos para suponer que Judas Iscariote era de confianza del grupo, y, más aún, de confianza de Jesús. Eso se descubre en los detalles de la ultima misma Cena.
Veamos lo que nos dicen los propios testigos, o por lo menos, de los que hablan de esa última Cena de Jesús con sus discípulos. Por lo menos estaba en uno de los lados de Jesús, en la mesa, ya a la derecha o izquierda. Si no, ¿cómo se explica que Jesús le convidara a Judas de lo que estaba comiendo? Veamos el texto de Juan 13, 26:

Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote.

No dice que se levantó y lo fue a buscar para convidarle de lo que estaba comiendo. Tampoco dice que se lo mandó con un tercero, que le hiciera el favor de hacérselo llegar a Judas. Por lo que se desprende, pareciera que estaba cerca. Pareciera.
Además, si Jesús, le hubiese mandado un bocado con un tercero a Judas, los evangelistas lo hubieran plasmado. ¿Ese detalle hubiera no hubiera sido referido? Entonces, tendría que estar cerca de Jesús a la hora del convite. ¿Y eso no es suficiente para decir que tendría que ser de mucha confianza?
¿No se sienta a nuestro lado inmediato, ya en la izquierda, ya en la derecha, los que no son de confianza? Precisamente, se sientan cerca los que nos hacen la velada agradable, porque con ellos se conversa con soltura y de todo.
¿Entonces?
La otra pregunta, también obligatoria es que, si era de confianza de Jesús, ¿No es posible que Judas haya acompañado al grupito que estuvo en la Transfiguración en el monte Tabor?

Hombre de negocios:


Dos datos nos lleva a pensar, desde los mismos evangelios, que Judas era un hombre de negocios. El primero es cuando la mujer de la visita le unge los pies a Jesús. Dice Juan 12, 3- 6:

Entonces María, tomando una libra de perfume de nardo puro, muy caro, ungió los pies de Jesús y los secó con sus cabellos. Y la casa se llenó del olor del perfume.
Dice Judas Iscariote, uno de los discípulos, el que lo había de entregar: «¿Por qué no se ha vendido este perfume por trescientos denarios y se ha dado a los pobres?»
Pero no decía esto porque le preocuparan los pobres, sino porque era ladrón, y como tenía la bolsa, se llevaba lo que echaban en ella.

Se podría decir que Judas estaba interesado en que se invirtiera lo del perfume en algo más útil y productivo. Tal vez se venda por doscientos denarios. ¿No es eso ser inversionista y con sentido de ganancias? También se podría decir que tenía sentido social, porque ese dinero se podía dar a los pobres. ¿No es eso sentido social?
Sin embargo, el evangelista le afea la imagen, al decir, que no era generosidad y sentido social, sino que era ladrón. Por eso era que había propuesto que vendieran el perfume. Habría que preguntarle al evangelista, en todo caso, que por qué dice eso: ¿le consta? Y si le consta, ¿por qué, entonces, le confían tal responsabilidad y encargo? Podría ser difamación. Peligroso. De hecho, es la única referencia a tal característica de Judas Iscariote.
El otro dato de que Judas Iscariote era bueno en negocios es cuando va a negociar con los sacerdotes y negocia con ellos en treinta monedas la suerte de Jesús. Dice Mateo 26, 14-15:

Entonces uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue donde los sumos sacerdotes, y les dijo: «¿Qué queréis darme, y yo os lo entregaré?» Ellos le asignaron treinta monedas de plata.

Hombre de sensibilidad y de buen corazón:


La otra característica de Judas Iscariote es su sensibilidad humana. Lo que significa que era un hombre bueno. Sin duda, ¿si no, cómo se explica que Jesús lo hace su apóstol y discípulo? Alguna fibra de humanidad debió haber tenido, si no, entonces, Jesús se equivocó al convocarlo y convivir con él, por lo menos, tres años.
Pues, para que se me termine de asustar, veamos lo que nos dicen los testigos, o, por lo menos, los que hablan y cuentan la historia de esos acontecimientos.

Mateo 27, 2-5 (y sus paralelos):

Y después de atarle, le llevaron y le entregaron al procurador Pilato.
Entonces Judas, el que le entregó, viendo que había sido condenado, fue acosado por el remordimiento, y devolvió las treinta monedas de plata a los sumos sacerdotes y a los ancianos, diciendo: «Pequé entregando sangre inocente.» Ellos dijeron: «A nosotros, ¿qué? Tú verás.»
Él tiró las monedas en el Santuario; después se retiró y fue y se ahorcó.

Se ahorcó, nos dicen los evangelistas, después que se dio cuenta que había entregado sangre inocente. Ese detalle es realmente muy interesante.
Tenemos que hacer preguntas. Eso no lo dude jamás.
¿Ya el hecho de reconocer que había entregado sangre inocente no es un detalle enternecedor? ¿No significa que era de corazón noble? ¿No había descubierto de inmediato que ese no era el trato al que había llegado con los sacerdotes? ¿Será por eso que volvió donde ellos a reclamarle que ese no había sido el trato? ¿No se sentía traicionado?
Otro, si lo que interesaba era el dinero, se va. Total, no es su problema. Se resuelve con lo mucho o poco que logró sacar. Total, ya tenía algún dinerito extra.
Sin embargo, tuvo conciencia. ¿Y eso ya no dice a favor de Judas Iscariote? ¿Otro, hace lo mismo? ¿Otro, recapacita y vuelve sobre sus pasos para reconocer sus errores? ¿No es eso grandeza de espíritu y muestra de ser una persona admirable? Si no lo es, ¿qué es, entonces?
Si. Pero fue el traidor.
Lo fue. No se discute. Ahí están las pruebas.
Pero cualquiera pudo haberlo hecho. ¿No se dice en los mismos evangelios que los discípulos estaban confundidos y que no entendían del todo las palabras y el mensaje de Jesús? ¿Judas era la excepción? La prueba de que los discípulos no entendían del todo lo que Jesús les decía es el famoso caso de Emaús. Dice Lucas 24, 1-35:

El primer día de la semana, muy de mañana, fueron al sepulcro llevando los aromas que habían preparado.
Pero encontraron que la piedra había sido retirada del sepulcro, y entraron, pero no hallaron el cuerpo del Señor Jesús.
No sabían que pensar de esto, cuando se presentaron ante ellas dos hombres con vestidos resplandecientes.
Como ellas temiesen e inclinasen el rostro a tierra, les dijeron: «¿Por qué buscáis entre los muertos al que está vivo?
No está aquí, ha resucitado. Recordad cómo os habló cuando estaba todavía en Galilea, diciendo: “Es necesario que el Hijo del hombre sea entregado en manos de los pecadores y sea crucificado, y al tercer día resucite.”
Y ellas recordaron sus palabras.
Regresando del sepulcro, anunciaron todas estas cosas a los Once y a todos los demás.
Las que decían estas cosas a los apóstoles eran María Magdalena, Juana y María la de Santiago y las demás que estaban con ellas.
Pero todas estas palabras les parecían como desatinos y no les creían.
Pedro se levantó y corrió al sepulcro. Se inclinó, pero sólo vio las vendas y se volvió a su casa, asombrado por lo sucedido.
Aquel mismo día iban dos de ellos a un pueblo llamado Emaús, que distaba sesenta estadios de Jerusalén, y conversaban entre sí sobre todo lo que había pasado.
Y sucedió que, mientras ellos conversaban y discutían, el mismo Jesús se acercó y siguió con ellos; pero sus ojos estaban retenidos para que no le conocieran.
Él les dijo: «¿De qué discutís entre vosotros mientras vais andando?» Ellos se pararon con aire entristecido.
Uno de ellos llamado Cleofás le respondió: «¿Eres tú el único residente en Jerusalén que no sabe las cosas que estos días han pasado en ella?»
El les dijo: «¿Qué cosas?» Ellos le dijeron: «Lo de Jesús el Nazoreo[3], que fue un profeta poderoso en obras y palabras delante de Dios y de todo el pueblo; cómo nuestros sumos sacerdotes y magistrados le condenaron a muerte y le crucificaron.
Nosotros esperábamos que sería él el que iba a librar a Israel; pero, con todas estas cosas, llevamos ya tres días desde que esto pasó.
El caso es que algunas mujeres de las nuestras nos han sobresaltado, porque fueron de madrugada al sepulcro, y, al no hallar su cuerpo, vinieron diciendo que hasta habían visto una aparición de ángeles, que decían que él vivía.
Fueron también algunos de los nuestros al sepulcro y lo hallaron tal como las mujeres habían dicho, pero a él no le vieron.»
Él les dijo: «¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que dijeron los profetas!
¿No era necesario que el Cristo padeciera eso y entrara así en su gloria?»
Y, empezando por Moisés y continuando por todos los profetas, les explicó lo que había sobre él en todas las Escrituras.
Al acercarse al pueblo a donde iban, él hizo ademán de seguir adelante.
Pero ellos le forzaron diciéndole: «Quédate con nosotros, porque atardece y el día ya ha declinado.» Y entró a quedarse con ellos.
Y sucedió que, cuando se puso a la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo iba dando.
Entonces se les abrieron los ojos y le reconocieron, pero él desapareció de su lado.
Se dijeron uno a otro: «¿No estaba ardiendo nuestro corazón dentro de nosotros cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?»
Y, levantándose al momento, se volvieron a Jerusalén y encontraron reunidos a los Once y a los que estaban con ellos, que decían: «¡Es verdad! ¡El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón!»
Ellos, por su parte, contaron lo que había pasado en el camino y cómo le habían conocido en la fracción del pan.

Ya me emocioné y, ahora, estoy defendiendo a Judas. Perdón, mi propósito era buscar las características de Judas Iscariote. No su defensa. A este respecto escribí un libro defendiendo a Judas Iscariote. En él, después de mucho escudriñar, se sostiene que a Judas Iscariote hay que verlo bajo la óptica judía, y no, bajo la visión cristiana. Sobre todo, reconocer que hemos sido injustos con Judas al promover un cierto odio hacia él. No se puede hablar de Judas desde una visión cristiana ya que, lamentablemente, estamos con muchos prejuicios negativos hacia él. Mucho menos, llegar al atrevimiento, como se llegó en un tiempo de colocarse en el plano de Dios, y discutir si Judas se salvó o no se salvó. Muchos, se inspiran, de hecho, y llegan al absurdo de determinar su condenación eterna. “Ni tanto, que queme al santo, ni tan poco, que deje de alumbrarlo”, como dice el refrán. Además, eso no es asunto, sino de Dios. ¡Cuántos desvaríos no se han cometido! Lo peor de todo es que esa posición muestra un contra sentido con los evangelios y la infinita misericordia divina.
¿Qué quiere decir “sangre inocente”? ¿Inocente de qué y en qué?
Algunos estudiosos consideran que Judas Iscariote tomó la iniciativa de entregar a Jesús para buscar que Jesús reaccionara y se decidiera, de una vez por todas, a levantarse en armas para la liberación que todos estaban esperando. Y cuando Judas se dio cuenta que Jesús no había reaccionado a lo militar ni como un agitador revolucionario comprendió que se había equivocado. Ahí, consideran, que Judas fue que se dio cuenta que se había equivocado y que las cosas iban a mayores consecuencias. ¿Sería así? Parece lógico.
Además, ¿por qué Jesús no se defendió ante Caifás, Pilato, y en todo su proceso de acusación?

Cuestionamientos aún sin resolver:


La pregunta que aún no hemos resuelto es: ¿Jesús se refería tan despectivamente sobre Judas? ¿Van esas expresiones de Jesús sobre Judas, que aparecen en los evangelios, con todo el estilo del Hijo de Dios?
No me corresponde contestar. Ud. ya está en capacidad de hacerlo.
Simplemente, se ha buscado los datos y se han dado con un toquecito especial. De ahí no puedo pasar. Este es el límite. Tratemos, sin embargo, de ser lo más objetivos posible.
¿Tiene dudas? Entonces, es positivo.
¿Quedó pensativo y reflexivo? También es positivo.
¿Quedó con ganas de investigar sobre el tema y se le generó la inquietud? Ese es el objetivo de este libro.
¿No se debe tocar el tema porque es delicado y peligroso porque puede afectar a la fe? No veo por qué no.
¿Va a perder la fe porque ahonda un poquito sobre estos temas? Entonces, su fe, es más creencia que verdadera fe. El tener conocimientos nos lleva a ahondar la fe. No se opone. La enriquece y fortalece.
¿Se siente arrepentido de haber leído este libro y de estar leyéndolo? Tampoco es para que exageremos.
¿Le ha ayudado?
Entonces, muchas gracias. Pero... ¿cumplidos?
¿No le ha ayudado y no le ayuda en nada?
Entonces, no pierda el tiempo y haga algo útil: rece el Padre nuestro. Y añádele el Credo y aférrese a él, que allí está resumido todo el dogma que la Iglesia promueve y difunde. Esa es la doctrina segura. Y no haga problemas, que en el dogma de la Iglesia no dice nada sobre que hay que creer en Judas Iscariote, sino en el Hijo de Dios, en Jesucristo, que nació de María Virgen, vivió, murió en los tiempos de Poncio Pilato, fue sepultado y resucitó. Y también que hay creer en la Iglesia y en el Espíritu Santo como custodios de la Revelación.
Amén.



[1] Cfr. Primer libro de los  Macabeos, todo el capítulo 2.
[2] Cfr. Albarrán, D., Judas Iscariote, uno de los doce (en defensa de Judas Iscariote).
[3] No es un error: es nazoreo. 

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