viernes, 30 de diciembre de 2016

La última Cena

Mateo 26, 17-30 ( y sus paralelos):

El primer día de los Ázimos, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que te hagamos los preparativos para comer el cordero de Pascua?»
Él les dijo: «Id a la ciudad, a casa de fulano, y decidle: “El Maestro dice: Mi tiempo está cerca; en tu casa voy a celebrar la Pascua con mis discípulos.”
Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua.
Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce.
Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.»
Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: «¿Acaso soy yo, Señor?»
Él respondió: «El que ha mojado conmigo la mano en el plato, ése me entregará.
El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre es entregado! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido!»
Entonces preguntó Judas, el que iba a entregarle: «¿Soy yo acaso, Rabbí?» Dícele: «Sí, tú lo has dicho.»
Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.»
Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio diciendo: «Bebed de ella todos, porque ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos para perdón de los pecados.
Y os digo que desde ahora no beberé de este producto de la vid hasta el día aquel en que lo beba con vosotros, nuevo, en el Reino de mi Padre.»
Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
        


Nota introductoria:

Ahora nos dedicaremos a la última Cena, propiamente. Aunque ya le hemos dado la vuelta, en cierta manera, ahora, nos dedicaremos a ella. Aplicaremos la misma metodología que hasta los momentos hemos estado utilizando. Las fuentes van a ser los evangelios, como hasta ahora, ya que no tenemos otra fuente. Descubriremos todo los que nos permita la osadía de preguntar y de cuestionar, desde la lógica de los mismos acontecimientos de los textos.
En este capítulo vamos a tener un pequeño cambio y haremos un estudio, desde nuestras limitaciones, de algunos de los cuadros que se han pintado sobre la última Cena, muy en especial el de Leonardo Da Vinci. Miraremos algunas características de lo que el pintor plasmó en su obra y las compararemos con los datos de los evangelios. Haremos otro tanto con algunos otros pintores más. Y veremos qué tanto han sido fieles y qué tanto no a los datos de los evangelios. Este último estudio es, realmente, muy interesante porque nos permitiría percatarnos de muchos datos que, tal vez, se nos han escapado a simple vista de algunas obras de arte. No haremos crítica de arte, porque no somos expertos ni peritos. Solamente, haremos unas comparaciones de los contenidos de los cuadros con los evangelios y nos enriqueceremos desde esas distancias existentes con los hechos narrados en los mismos.

Datos de la última Cena tomados de los evangelios:

Los preparativos:


Jesús era judío. Los apóstoles y quienes lo seguían también eran judíos.
Con eso no se está descubriendo el agua tibia, ni mucho menos.
En todo caso, para no dar ese dato como supuesto, citemos lo que nos dice Mateo 1, 1-28 ( y su paralelo):

Libro de la generación de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham:
Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos, Judá engendró, de Tamar, a Fares y a Zara, Fares engendró a Esrom, Esrom engendró a Aram, Aram engendró a Aminadab, Aminadab engendró a Naassón, Naassón engendró a Salmón, Salmón engendró, de Rajab, a Booz, Booz engendró, de Rut, a Obed, Obed engendró a Jesé, Jesé engendró al rey David. David engendró, de la que fue mujer de Urías, a Salomón, Salomón engendró a Roboam, Roboam engendró a Abiá, Abiá engendró a Asaf, Asaf engendró a Josafat, Josafat engendró a Joram, Joram engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatam, Joatam engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías y a sus hermanos, cuando la deportación a Babilonia.
Después de la deportación a Babilonia, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel engendró a Abiud, Abiud engendró a Eliakim, Eliakim engendró a Azor, Azor engendró a Sadoq, Sadoq engendró a Aquim, Aquim engendró a Eliud, Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Mattán, Mattán engendró a Jacob, y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado Cristo.
Así que el total de las generaciones son: desde Abraham hasta David, catorce generaciones; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce generaciones; desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce generaciones.
La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo.

Los evangelistas Mateo y Lucas nos dan esos detalles de los orígenes de Jesús, aunque hay una diferencia entre ellos, en algunos nombres. Pero no es ese el tema. Simplemente lo citamos para no hacer ningún problema a la hora de decir que Jesús era judío. No hay allí ninguna novedad ni nada que no sea probado según los evangelistas.
Jesús, como buen judío, tiene herencia cultural judía. Iba a la sinagoga, celebraba los rituales judíos y tenía las mismas prácticas de un judío de la época. ¿No iba a Jerusalén a la peregrinación anual como lo hacían todos los judíos? ¿No se quedó en el Templo cuando tenía doce años? Luego, iba con sus padres, como era la costumbre. Ya lo cuenta el evangelista Lucas (2, 41-43) al decir que

“Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la fiesta y, al volverse, pasados los días, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres.”

Iba al templo como todo buen judío. Y por lo que nos dicen los mismos evangelistas no de manera pasiva, sino activa, ya que algunas veces hacía de lector y hasta de predicador. ¿O, no es lo que nos dice el evangelista que un día leyó el rollo del libro del profeta Isaías y se puso a decir que “ese mismo día se estaban cumpliendo las Escrituras en Él”? Y, hasta era buen predicador, porque el mismo evangelista nos cuenta que la gente tenía los ojos puestos en Él y todos estaban admirados de su palabra. Citemos, por si alguna duda:

Lucas 4, 15-22:

Él iba enseñando en sus sinagogas, alabado por todos.
Vino a Nazará, donde se había criado y, según su costumbre, entró en la sinagoga el día de sábado, y se levantó para hacer la lectura.
Le entregaron el volumen del profeta Isaías y desenrollando el volumen, halló el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor sobre mí, porque me ha ungido para anunciar a los pobres la Buena Nueva, me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, para dar la libertad a los oprimidos y proclamar un año de gracia del Señor.”
Enrollando el volumen lo devolvió al ministro, y se sentó. En la sinagoga todos los ojos estaban fijos en él.
Comenzó, pues, a decirles: «Esta Escritura, que acabáis de oír, se ha cumplido hoy.»
Y todos daban testimonio de él y estaban admirados de las palabras llenas de gracia que salían de su boca. Y decían: «¿No es éste el hijo de José?»

Y muchos más elementos para afirmar que iba con regularidad al templo y a la Sinagoga, como todo buen judío. ¿Dónde creen que estaba Jesús cuando el percance de la mujer adultera? Nada más y nada menos que en el Templo. Leamos en Juan 8, 2-3:

Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo, y todo el pueblo acudía a él. Entonces se sentó y se puso a enseñarles.
Los escribas y fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio...

Otro dato es la misma respuesta que da Jesús cuando lo apresaron según San Juan 18, 19-21:

El Sumo Sacerdote interrogó a Jesús sobre sus discípulos y su doctrina.
Jesús le respondió: «He hablado abiertamente ante todo el mundo; he enseñado siempre en la sinagoga y en el Templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he hablado nada a ocultas.
¿Por qué me preguntas? Pregunta a los que me han oído lo que les he hablado; ellos saben lo que he dicho.»

¿Entonces, iba o no iba al Templo? Mas aún, ¿enseñaba o no enseñaba?
Muy bien. ¿A qué todo ese rodeo? Pues para sostener que Jesús era un judío con toda la herencia cultural judía de la época.
Pues para poder llegar a lo de la última Cena y sus preparativos. ¿Si no, cómo vamos a entender los detalles? ¿Cuáles detalles? Pues para saber cómo era una cena de Pascua entre los judíos y para saber si Jesús seguía la modalidad y manera de los judíos.
Todo ese rodeo es para poder preguntar muchas cosas: ¿Cómo era una cena de Pascua entre los judíos? ¿Qué comían, qué bebían? ¿Qué hacían: bailaban, lloraban, saltaban, qué hacían? ¿Había discursos o no los había? ¿Había un orador de orden o no lo había? ¿Se bañaban antes de la cena, iban perfumaditos o no; se colocaban el mejor traje o iban como cada uno quisiera? ¿Había un traje de etiqueta? ¿Quiénes podían participar en la Cena? ¿Llevaban cada uno un plato según sus posibilidades o uno solo ponía todo? ¿Comían hallaca o comían pavo o lo que encontraran disponible? ¿Había algún rito especial o no lo había?
En todo caso, Jesús, manda a algunos de sus discípulos a realizar los preparativos para la Cena de Pascua.
Muy bien. Pero, ¿en qué consistían los preparativos? Iban a preparar una sala dispuesta para los casos.
Esto no obliga a que miremos cómo era la Pascua de los judíos, sobre todo, qué era lo que se celebraba, y, por qué.

La cena de Pascua y la celebración de los ázimos:

Su origen:

Éxodo 12

1 Dijo Yahveh a Moisés y Aarón en el país de Egipto:
2 «Este mes será para vosotros el comienzo de los meses; será el primero de los meses del año.
3 Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa.
4 Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.
5 El animal será sin defecto, macho, de un año. Lo escogeréis entre los corderos o los cabritos.
6 Lo guardaréis hasta el día catorce de este mes; y toda la asamblea de la comunidad de los israelitas lo inmolará entre dos luces.
7 Luego tomarán la sangre y untarán las dos jambas y el dintel de las casas donde lo coman.
8 En aquella misma noche comerán la carne. La comerán asada al fuego, con ázimos y con hierbas amargas.
9 Nada de él comeréis crudo ni cocido, sino asado, con su cabeza, sus patas y sus entrañas.
10 Y no dejaréis nada de él para la mañana; lo que sobre al amanecer lo quemaréis.
11 Así lo habéis de comer: ceñidas vuestras cinturas, calzados vuestros pies, y el bastón en vuestra mano; y lo comeréis de prisa. Es Pascua de Yahveh.
12 Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, Yahveh.
13 La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto.
14 Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre».
15 «Durante siete días comeréis ázimos; ya desde el primer día quitaréis de vuestras casas la levadura. Todo el que desde el día primero hasta el día séptimo coma pan fermentado, ese tal será exterminado de en medio de Israel.
16 El primer día tendréis reunión sagrada; también el día séptimo os reuniréis en reunión sagrada. Ningún trabajo se hará en esos días, salvo la comida para cada uno. Esto es lo único que podréis hacer.
17 Guardad la fiesta de los Ázimos, porque en ese mismo día saqué yo vuestros ejércitos de la tierra de Egipto. Guardad este día de generación en generación como decreto perpetuo.
18 Comeréis ázimos en el mes primero, desde la tarde del día catorce del mes hasta la tarde del día veintiuno.
19 No habrá levadura en vuestras casas por espacio de siete días; todo aquel que coma algo fermentado, sea forastero o natural del país, será exterminado de la comunidad de Israel.
20 No comeréis nada fermentado; en todo lugar donde habitéis, comeréis ázimos.»
21 Llamó Moisés a todos los ancianos de Israel y les dijo: «Id en busca de reses menores para vuestras familias e inmolad la pascua.
22 Tomaréis un manojo de hisopo, lo mojaréis en la sangre que está en la vasija y untaréis el dintel y las dos jambas con la sangre de la vasija; y ninguno de vosotros saldrá de la puerta de su casa hasta la mañana.
23 Yahveh pasará y herirá a los egipcios, pero al ver la sangre en el dintel y en las dos jambas, Yahveh pasará de largo por aquella puerta y no permitirá que el Exterminador entre en vuestras casas para herir.
24 Guardad este mandato como decreto perpetuo para vosotros y vuestros hijos.
25 También guardaréis este rito cuando entréis en la tierra que os dará Yahveh, según su promesa.
26 Y cuando os pregunten vuestros hijos: “¿Qué significa para vosotros este rito?”,
27 responderéis: “Este es el sacrificio de la Pascua de Yahveh, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras casas.”» Entonces el pueblo se postró para adorar.
28 Fueron los israelitas e hicieron lo que había mandado Yahveh a Moisés y a Aarón; así lo hicieron.

Características y algunos elementos de resaltar:


·        Se comía panes ázimos: sin levadura.
·        No se podía salir ni abrir la puerta donde se hallasen hasta el día siguiente.
·        Era un recordatorio del paso de Yahveh por las casas de los israelitas sin perjudicar a ninguno de sus habitantes, y, en cambio, sí a los egipcios para liberar al pueblo de Israel del Faraón. Era la celebración de la Pascua de Yahveh.
·        Era el comienzo del calendario judío. Era el primer mes del año.
·        Comían un cabrito o un cordero, macho, de un año. Se comía asado. Asado al fuego. No se podía comer ni crudo ni cocido. Sólo asado.
·        Se comía todo: hasta la cabeza, las patas y sus entrañas.
·        No se podía dejar nada para el día siguiente y en caso de que sobrara había que quemarlo al amanecer del día siguiente.
·        Se acompañaba con hierbas amargas.
·        Compartían con los vecinos y los más cercanos, a quienes invitaban a la cena.
·        Ceñidas las cinturas, con zapatos y con un bastón en la mano, como preparados para un viaje.
·        Se comía de prisa.
·        No se podía trabajar sino para hacer la comida.
·        Se rociaban las puertas.

Aquí ya encontramos algunos elementos útiles para poder hacernos una idea de cómo se celebraría la cena de Pascua. Sin embargo, tenemos que mirar los otros textos de la Ley judía donde se prescribe como mandato y obligación la cena de Pascua con sus detalles, sobre todo Deuteronomio, Levítico y Números. Pero se nos haría muy largo. Lo dejo a su iniciativa.
¿Jesús celebraría la Cena de Pascua como se acostumbraba entre los judíos? Un detalle importante es que en las acusaciones que hacen para condenar a Jesús no hay ninguna que alegue que Jesús no celebraba la Pascua como lo harían los judíos. Además, ningún apóstol, menos Judas Iscariote, se hallaba escandalizado al respecto. Lo que nos lleva a pensar que esa costumbre siempre la respetó Jesús. Tampoco hay ninguna referencia de que Jesús invitara a no celebrarla. Al contrario, la celebraba.
Ahora bien. ¿Significa que en el transcurso del tiempo los judíos no se amoldaron a las circunstancias, y, por consiguiente, no tomaban nuevos hábitos, eliminaban otros porque, tal vez, no se daban todos los elementos y detalles? Por lógica social tendría que ser así. En el libro de Josué hay un detalle, al respecto:

Josué 5, 10- 12:

Los israelitas acamparon en Guilgal y celebraron allí la Pascua el día catorce del mes, a la tarde, en los llanos de Jericó.
Al día siguiente de la Pascua comieron ya de los productos del país: panes ázimos y espigas tostadas, ese mismo día.
Y el maná cesó desde el día siguiente, en que empezaron a comer los productos del país. Los israelitas no tuvieron en adelante maná, y se alimentaron ya aquel año de los productos de la tierra de Canaán.

También en Crónicas 30:

1 Ezequías envió mensajeros a todo Israel y Judá, y escribió también cartas a Efraím y Manasés, para que viniesen a la Casa de Yahveh, en Jerusalén, a fin de celebrar la Pascua en honor de Yahveh, el Dios de Israel.
2 Pues el rey y sus jefes y toda la asamblea de Jerusalén habían determinado celebrar la Pascua en el mes segundo,
3 ya que no fue posible celebrarla a su debido tiempo, porque los sacerdotes no se habían santificado en número suficiente y el pueblo no se había reunido en Jerusalén.
4 Pareció bien esto a los ojos del rey y de toda la asamblea.
5 Y decidieron enviar aviso a todo Israel, desde Berseba hasta Dan, para que vinieran a Jerusalén a celebrar la Pascua en que eran muchos los que no la habían celebrado según lo escrito.
6 Los correos, con las cartas del rey y de sus jefes, recorrieron todo Israel y Judá, como el rey lo había mandado y decían: «Hijos de Israel, volveos a Yahveh, el Dios de Abraham, de Isaac y de Israel, y él se volverá al resto que ha quedado de vosotros, los que han escapado de la mano de los reyes de Asiria.
7 No seáis como vuestros padres y vuestros hermanos, que fueron infieles a Yahveh, el Dios de sus padres; por lo cual él los entregó a la desolación, como estáis viendo.
8 Ahora, no endurezcáis vuestra cerviz como vuestros padres; dad la mano a Yahveh, venid a su santuario, que él ha santificado para siempre; servid a Yahveh, vuestro Dios, y se apartará de vosotros el furor de su ira.
9 Porque si os volvéis a Yahveh, vuestros hermanos y vuestros hijos hallarán misericordia ante aquellos que los llevaron cautivos, y volverán a esta tierra, pues Yahveh vuestro Dios es clemente y misericordioso, y no apartará de vosotros su rostro, si vosotros os convertís a él.»
10 Los correos pasaron de ciudad en ciudad por el país de Efraím y de Manasés, llegaron hasta Zabulón; pero se reían y se burlaban de ellos.
11 Sin embargo, hubo hombres de Aser, de Manasés y de Zabulón que se humillaron y vinieron a Jerusalén.
12 También en Judá se dejó sentir la mano de Dios, que les dio corazón unánime para cumplir el mandamiento del rey y de los jefes, según la palabra de Yahveh.
13 Se reunió en Jerusalén mucha gente para celebrar la fiesta de los Ázimos en el mes segundo; era una asamblea muy grande.
14 Y se levantaron y quitaron los altares que había en Jerusalén; quitaron también todos los altares de incienso y los arrojaron al torrente Cedrón.
15 Inmolaron la Pascua el día catorce del mes segundo. También los sacerdotes y los levitas, llenos de confusión, se santificaron y trajeron holocaustos a la Casa de Yahveh.
16 Ocuparon sus puestos según su reglamento, conforme a la Ley de Moisés, hombre de Dios; y los sacerdotes rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas.
17 Y como muchos de la asamblea no se habían santificado, los levitas fueron encargados de inmolar los corderos pascuales para todos los que no se hallaban puros, a fin de santificarlos para Yahveh.
18 Pues una gran parte del pueblo, muchos de Efraím, de Manasés, de Isacar y de Zabulón, no se habían purificado, y con todo comieron la Pascua sin observar lo escrito. Pero Ezequías oró por ellos diciendo: «¡Que Yahveh, que es bueno, perdone a todos aquellos
19 cuyo corazón está dispuesto a buscar al Dios Yahveh, el Dios de sus padres, aunque no tengan la pureza requerida para las cosas sagradas!»
20 Y oyó Yahveh a Ezequías y dejó salvo al pueblo.
21 Los israelitas que estaban en Jerusalén celebraron la fiesta de los Ázimos por siete días con gran alegría; mientras los levitas y los sacerdotes alababan a Yahveh todos los días con todas sus fuerzas.
22 Ezequías habló al corazón de todos los levitas que tenían perfecto conocimiento de Yahveh. Comieron durante los siete días las víctimas de la solemnidad, sacrificando sacrificios de comunión y alabando a Yahveh, el Dios de sus padres.
23 Toda la asamblea resolvió celebrar la solemnidad por otros siete días, y la celebraron con júbilo siete días más.
24 Porque Ezequías, rey de Judá, había reservado para toda la asamblea mil novillos y 7.000 ovejas. Los jefes, por su parte, habían reservado para la asamblea mil novillos y 10.000 ovejas, pues ya se habían santificado muchos sacerdotes.
25 Toda la asamblea de Judá, los sacerdotes y los levitas y también toda la asamblea que había venido de Israel y los forasteros venidos de la tierra de Israel, lo mismo que los que habitaban en Judá, se llenaron de alegría.
26 Hubo gran gozo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón, hijo de David, rey de Israel, no se había hecho cosa semejante en Jerusalén.
27 Después se levantaron los sacerdotes y los levitas, y bendijeron al pueblo; y fue oída su voz, y su oración penetró en el cielo, su santa morada.

De hecho el no celebrar la Pascua era considerado para un judío ser infiel a Yahveh. Las consecuencias eran graves y dolorosas: pasaban a ser sometidos por los demás pueblos.
Y un buen judío procuraba a toda costa no rendir culto a otros dioses. Hacerlo era atenerse a las consecuencias nada buenas para todo el pueblo. La infidelidad, es decir, el culto a otros dioses tenía su precio.
Es importante anotar que hasta lo que tenemos descubierto es que la Pascua se celebraba por todo el pueblo, como una especie de ferias de pueblo. Eso nos lleva a preguntar, ¿no las celebraba cada familia por separado, aún cuando el pueblo no se reuniese para la fiesta? ¿Era necesario que fuese como una especie de ferias? De manera, que si el alcalde no convocaba, ¿nadie la podía celebrar por separado?
Por lo visto, según los datos, que hasta este momento estamos dando. Veamos.
2 Crónicas 35:

1 Josías celebró una Pascua en honor de Yahveh en Jerusalén; inmolaron la Pascua el día catorce del primer mes.
2 Restableció a los sacerdotes en sus ministerios y los animó al servicio de la Casa de Yahveh.
3 Dijo a los levitas que tenían inteligencia para todo Israel y estaban consagrados a Yahveh: «Colocad el arca santa en la Casa que edificó Salomón, hijo de David, rey de Israel, porque ya no habréis de llevarla a hombros; servid ahora a Yahveh vuestro Dios y a Israel, su pueblo.
4 Estad preparados según vuestras casas paternas y vuestras clases, conforme a lo escrito por David, rey de Israel, y lo escrito por su hijo Salomón.
5 Ocupad vuestros sitios en el santuario según los grupos de casas paternas a disposición de vuestros hermanos, los hijos del pueblo; los levitas tendrán parte en la familia paterna.
6 E inmolad la Pascua, santificaos y preparadla para vuestros hermanos, cumpliendo la orden de Yahveh, dada por medio de Moisés.
7 Josías reservó para la gente del pueblo ganado menor, así corderos como cabritos, en número de 30.000, todos ellos como víctimas pascuales para cuantos se hallaban presentes, y 3.000 bueyes. Todo ello de la hacienda del rey.
8 También sus jefes reservaron ofrendas voluntarias para el pueblo, los sacerdotes y los levitas. Jilquías, Zacarías y Yejiel, intendentes de la Casa de Dios, dieron a los sacerdotes, como víctimas pascuales, 2.600 ovejas y trescientos bueyes.
9 Konanías, Semaías y Natanael, su hermano, y Jasabías, Yeiel y Yozabad, jefes de los levitas, reservaron para los levitas 5.000 corderos pascuales y quinientos bueyes.
10 Preparado así el servicio, ocuparon los sacerdotes sus puestos, lo mismo que los levitas, según sus clases, conforme al mandato del rey.
11 Se inmolaron las víctimas pascuales, y mientras los sacerdotes rociaban con la sangre que recibían de mano de los levitas, los levitas las desollaban
12 y apartaban lo destinado al holocausto para darlo a las secciones de las casas paternas de los hijos del pueblo, a fin de que lo ofreciesen a Yahveh conforme a lo escrito en el libro de Moisés. Lo mismo se hizo con los bueyes.
13 Asaron la Pascua al fuego, según el ritual; cocieron las cosas sagradas en ollas, calderos y cazuelas, y las repartieron con presteza entre todos los hijos del pueblo.
14 Después prepararon la Pascua para sí y para los sacerdotes; porque los sacerdotes, hijos de Aarón, estuvieron ocupados hasta la noche en ofrecer los holocaustos y las grasas. Por eso los levitas la prepararon para sí y para los sacerdotes, hijos de Aarón.
15 También los cantores, hijos de Asaf, estaban en su puesto, conforme a lo dispuesto por David, Asaf, Hemán y Yedutún, vidente del rey; lo mismo los porteros, cada uno en su puerta. No tenían necesidad de retirarse de su servicio, porque sus hermanos, los levitas, se lo preparaban todo.
16 De esta manera se organizó aquel día todo el servicio de Yahveh para celebrar la Pascua y ofrecer los holocaustos sobre el altar de Yahveh, según la orden del rey Josías.
17 Los israelitas que se hallaban allí celebraron en ese tiempo la Pascua y la fiesta de los Ázimos durante siete días.
18 No se había celebrado Pascua como ésta en Israel desde los días de Samuel, profeta; y ningún rey de Israel celebró una Pascua como la que celebraron Josías, los sacerdotes y los levitas, todo Judá e Israel, que allí se hallaban presentes, y los habitantes de Jerusalén.
19 Esta Pascua se celebró el año dieciocho del reinado de Josías.

Si, pero, ¿cuándo se impuso la práctica de la celebración de la Pascua por separado, porque según nos cuenta los evangelistas, Jesús la celebró con los Doce? Aquí ya comienza a resolverse el problema porque siguiendo todos los datos del pueblo de Israel sobre la celebración de la Pascua encontramos datos en donde esa celebración ya había adquirido otras características muy distintas de su origen. Esa celebración al paso del tiempo, se fue corrompiendo. El mismo evangelista San Juan 2, 13-16 nos lo cuenta así:

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén.
Y encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos.
Haciendo un látigo con cuerdas, echó a todos fuera del Templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó el dinero de los cambistas y les volcó las mesas; y dijo a los que vendían palomas: «Quitad esto de aquí. No hagáis de la Casa de mi Padre una casa de mercado.»

Sin embargo, las fiestas de la Pascua la iba a celebrar todo el pueblo en los mismos días en que Jesús se iba a reunir con los suyos a celebrar la Pascua. ¿Por qué esa separación?
En todo caso, ¿Jesús y su grupo conservarían las características que resaltamos en un principio? ¿Se ceñiría la cintura, se pondría zapatos, o lo que se usase en la época, usaría el bastón en la mano? ¿Se comerían todo sin dejar nada para el día siguiente? ¿Comería rapidito? ¿Comería verduras ácidas? En fin, ¿haría todo lo que prescribía la ley y lo que se acostumbraba entre los judíos, o, que, por lo menos, lo que debería hacerse, en todo caso?
En su origen, en el mandato del Éxodo 12, 3-4, se dice que se podía reunir por familias. Dice:

Hablad a toda la comunidad de Israel y decid: El día diez de este mes tomará cada uno para sí una res de ganado menor por familia, una res de ganado menor por casa.
Y si la familia fuese demasiado reducida para una res de ganado menor, traerá al vecino más cercano a su casa, según el número de personas y conforme a lo que cada cual pueda comer.

Luego, se entiende, que, Jesús se reuniera con su grupo. No había ningún problema que lo hiciera. Eso explica por qué nadie había hecho problemas al respecto, con Jesús.
Queda por resolver, sin embargo, si Jesús se sometió a toda la costumbre judía en la celebración de la Cena de Pascua.
Todo hace pensar que Jesús fue fiel al uso judío. Era un judío de herencia cultural judía, luego, seguiría lo que hacían los judíos, respecto a la Cena de la Pascua.

La cena de Pascua celebrada por Jesús el día de la última Cena:

La cena, como tal, y algunos detalles:


Ahora, dediquémonos a los detalles de la última Cena, aunque ya tenemos bastante adelantado. Pues dijimos que tendría que ser una cena de Pascua como cualquier otra cena de Pascua. Eso ya es bastante. También vimos cómo tendrían que estar los comensales. También, lo de la comida y algunos otros detalles.
Todo estaba preparado. Jesús había mandado a un grupito para que prepararan la sala.
Al atardecer, como mandaba la ley, se reúnen. Dice el evangelista Lucas:

Los discípulos hicieron lo que Jesús les había mandado, y prepararon la Pascua. Al atardecer, se puso a la mesa con los Doce.

Ya están colocados a la mesa. Va a comenzar la fiesta. La celebración de la Fiesta de Pascua.
¿Sentados a la mesa? ¿Usaban mesas? ¿Cómo eran las mesas, redondas, cuadradas, chiquitas, grandes; todos cabían? ¿Cuántos eran los comensales, trece? Jesús andaba con doce, ¿y, Él? Trece. Por lo menos, trece, para empezar. El evangelista precisa que con los Doce. ¿O, sea, que no se sentó nadie más? ¿No había más invitados? ¿María, la madre de Jesús estaría entre ellos? La Tradición de la Iglesia dice que estaba. De hecho el último documento sobre la Eucaristía[1] tiene un apartado, y, según la línea de la Tradición, según los Hechos de los Apóstoles, resalta la presencia de María en la última Cena.
Volvamos a lo de la mesa. No encontramos nada en el Antiguo Testamento cómo debería ser la mesa y cómo debería estar adornada para la celebración de la Cena de la Pascua para los casos particulares de las celebraciones por familia. Si se encuentra cómo debería estar la mesa, con todos los utencillos, en el caso de la celebración comunitaria. Veamos lo que nos refiere el libro de Éxodo 25, 23-40:

Harás una mesa de madera de acacia, de dos codos de largo, uno de ancho, y codo y medio de alto.
La revestirás de oro puro y le pondrás alrededor una moldura de oro.
Harás también en torno de ella un reborde de una palma de ancho, con una moldura de oro alrededor del mismo.
Le harás cuatro anillas de oro, y pondrás las anillas en los cuatro ángulos correspondientes a sus cuatro pies.
Estarán las anillas junto al reborde, para pasar por ellas los varales y transportar la mesa.
Harás los varales de madera de acacia y los revestirás de oro. Con ellos se transportará la mesa.
Harás también las fuentes, los vasos, los jarros y las tazas para las libaciones. De oro puro los harás.
Y sobre la mesa pondrás perpetuamente delante de mí el pan de la Presencia.
Harás también un candelabro de oro puro. Harás de oro macizo el candelabro, su pie y su tallo. Sus cálices - corolas y flores - formarán un cuerpo con él.
Saldrán seis brazos de sus lados: tres brazos de un lado y tres del otro.
El primer brazo tendrá tres cálices en forma de flor de almendro, con corola y flor; también el segundo brazo tendrá tres cálices en forma de flor de almendro, con corola y flor; y así los seis brazos que salen del candelabro.
En el mismo candelabro habrá cuatro cálices en forma de flor de almendro, con sus corolas y sus flores: una corola debajo de los dos primeros brazos que forman cuerpo con el candelabro; una corola, debajo de los dos siguientes, y una corola, debajo de los dos últimos brazos; así con los seis brazos que salen del candelabro.
Las corolas y los brazos formarán un cuerpo con el candelabro. Todo ello formará un cuerpo de oro puro macizo.
Harás sus siete lámparas que colocarás encima de manera que den luz al frente.
Sus despabiladeras y sus ceniceros serán de oro puro.
Se empleará un talento de oro puro para hacer el candelabro con todos estos utensilios.
Fíjate para que lo hagas según los modelos que te han sido mostrados en el monte.

En todo caso, ¿en las celebraciones individuales, es decir, por grupos y familias, se utilizaría una acomodación de esos mismos detalles de una celebración comunitaria? ¿En el caso de la última Cena de Jesús con sus discípulos utilizarían candelabros y algunos ornamentos específicos como los que se indicaban en la norma? ¿En eso consistiría lo de los preparativos a los que mandó preparar Jesús cuando le asignó al grupito esa tarea?
¿Había discursos, cómo eran, en caso de haberlos, cuál era el tema central de ese discurso? ¿Quién hablaría, habría un orador asignado con todo el protocolo y un programa a seguir? ¿O, todos hablaban de acuerdo a las circunstancias del momento?
Estas últimas preguntas son muy interesantes. Veamos qué nos cuentan los testigos, o los que escribieron al respecto, sobre todo en el caso de la última Cena.

Mientras comían:


San Mateo, San Lucas y San Marcos dicen que Jesús empezó a hablar “mientras comían”. Dice: “Y mientras comían, dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará.”. Ese dato, del “mientras comían” es interesante ya que hace pensar que no hubo protocolo, sino que, la estaban pasando bien. Lo que significa que iban comiendo e iban conversando. La pasaban con soltura.
Jesús dice que alguien lo va a entregar y sobre eso conversan, sobre todo, comienzan a indagar y a preguntar y preguntarse que quién sería el que iría a hacer lo que Jesús estaba diciendo. Al punto, que le preguntan al propio Jesús. Otro detalle útil es que estaban comiendo recostados. Así lo dice el evangelista San Marcos 14, 18-19:

Y mientras comían recostados, Jesús dijo: «Yo os aseguro que uno de vosotros me entregará, el que come conmigo.»
Ellos empezaron a entristecerse y a decirle uno tras otro: «¿Acaso soy yo?»

Comían recostados:


¿Comían recostados? ¿Qué quiere decir recostados? ¿Recostados sobre la mesa, en la mesa, dónde? ¿Por qué recostados? ¿Sería que estaban muy cansados? ¿Será que recostados quiere decir que estaban muy a sus anchas y estaban muy cómodos? ¿Eso de recostados ya no es indecente e indecoroso en una comida especial? Interesante.
¿Dónde más aparece esa manera de comer recostados? En los mismos evangelios aparece que la gente comió recostada en una de la multiplicación de los panes. Así lo señala y lo puntualiza el evangelista San Juan 6, 4-10:

Estaba próxima la Pascua, la fiesta de los judíos.
Al levantar Jesús los ojos y ver que venía hacia él mucha gente, dice a Felipe: «¿Dónde vamos a comprar panes para que coman éstos?»
Se lo decía para probarle, porque él sabía lo que iba a hacer.
Felipe le contestó: «Doscientos denarios de pan no bastan para que cada uno tome un poco.»
Le dice uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos peces; pero ¿qué es eso para tantos?»
Dijo Jesús: «Haced que se recueste la gente.» Había en el lugar mucha hierba. Se recostaron, pues, los hombres en número de unos 5.000.
Tomó entonces Jesús los panes y, después de dar gracias, los repartió entre los que estaban recostados y lo mismo los peces, todo lo que quisieron.

En el caso de la multiplicación de los panes podría entenderse ya que no había sitio sino en el campo. Pero, ¿por qué en la sala donde se celebraba la cena? ¿Era una costumbre? ¿No se podía comer de pie o sentado? ¿Por qué recostados?
Sigamos con lo del “mientras comían”. Marcos y Mateo insisten en ese detalle. Marcos lo dice al comenzar la cena y en el transcurso de ella. Mateo, en el transcurso. Dice así los dos textos:

Marcos 14, 22: “Mientras estaban comiendo, tomó Jesús pan y lo bendijo, lo partió y, dándoselo a sus discípulos, dijo: «Tomad, comed, éste es mi cuerpo.”
Mateo 26, 21: “Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.»

Aquí ya podemos notar una pequeña y gran diferencia. En el primer “mientras comían”, al comienzo, en Marcos, Jesús estaba hablando solamente. Mientras que la segunda vez, Jesús toma pan, lo bendice, lo parte y se lo da a los Doce. Se nota un cambio de acción. En la primera, habla; en la segunda, realiza una acción: toma el pan, lo bendice y se lo da, acompañado de una significación, y es que ese pan es su cuerpo. ¿Qué querrá decir ese detalle? ¿Por qué antes solo habla, y, por qué, en la segunda realiza una acción sobre el pan y con el pan hace una referencia a su cuerpo, después de darle del pan a los Doce?
Le corresponde a los teólogos de profesión indagar sobre esa sutil diferencia. Aquí, solamente, tratamos de resaltarla. No deja de ser interesante, en todo caso. Nuestras preguntas giran sobre el hecho histórico plasmado en los evangelistas. Y nuestro trabajo consiste en buscar en las Sagradas Escrituras para tratar de descubrir elementos ocultos, pero ya manifiestos, en lo mismos relatos evangélicos. Mas allá es teologizar. Al buscar los elementos ocultos estamos haciendo teología con y desde las Sagradas Escrituras.
Queda ahí ese detalle.

Mientras comían tomó pan, tomó una copa:


Otro tanto, parecido a lo del pan, hace con una copa:
Marcos 14,  22-26:

Y mientras estaban comiendo, tomó pan, lo bendijo, lo partió y se lo dio y dijo: «Tomad, este es mi cuerpo.»
Tomó luego una copa y, dadas las gracias, se la dio, y bebieron todos de ella.
Y les dijo: «Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.
Yo os aseguro que ya no beberé del producto de la vid hasta el día en que lo beba nuevo en el Reino de Dios.»
Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.
Aunque en Lucas, primero toma la copa, y, después el pan. Lucas 22, 17-20:

Y recibiendo una copa, dadas las gracias, dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.»
Tomó luego pan, y, dadas las gracias, lo partió y se lo dio diciendo: Este es mi cuerpo que es entregado por vosotros; haced esto en recuerdo mío.»
De igual modo, después de cenar, la copa, diciendo: «Esta copa es la Nueva Alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros.

¿Por qué esa diferencia? ¿Será casualidad, o es que no estaban seguros, por fin, de lo que pasó ese día en la última Cena? ¿O, será que Lucas tiene otro propósito y quiere hacer notar esa diferencia como algo suyo, de su Cristología y su Teología? ¿Será que quiere hacer notar ese detalle para hacer la diferencia con el antiguo rito de la Cena de la Pascua?
En cuanto a sí hubo discurso o no, Marcos y Mateo, no lo dicen. En cambio Lucas nos coloca unas palabritas. No se diga del evangelista San Juan. En éste hay todo un discurso alusivo a lo de pan de vida, alimento de vida, luz y tinieblas. ¿Entonces, en qué quedamos?
¿Hubo, o, no, discurso?
No olvidemos que cada evangelista tiene un objetivo específico: está haciendo Teología, cada uno desde su perspectiva. No podemos olvidar esa nota que es muy importante. Lo que nos obliga a leer cada evangelista por separado, primero, para saber sus propias características; y, después, en conjunto, para encontrar la unidad de pensamiento. Y, lo hay. No lo dudemos nunca.
De hecho, sólo el evangelista San Juan cuenta el detalle del lavatorio de los pies, y del discurso posterior y en donde Jesús les hace algunas observaciones, con un toque de nostalgia:

Juan 13, 1-14:

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.
Durante la cena, cuando ya el diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarle, sabiendo que el Padre le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, se levanta de la mesa, se quita sus vestidos y, tomando una toalla, se la ciñó.
Luego echa agua en un lebrillo y se puso a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla con que estaba ceñido.
Llega a Simón Pedro; éste le dice: «Señor, ¿tú lavarme a mí los pies?»
Jesús le respondió: «Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora: lo comprenderás más tarde.»
Le dice Pedro: «No me lavarás los pies jamás.» Jesús le respondió: «Si no te lavo, no tienes parte conmigo.»
Le dice Simón Pedro: «Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza.»
Jesús le dice: «El que se ha bañado, no necesita lavarse; está del todo limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.»
Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: «No estáis limpios todos.»
Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: «¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?
Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy.
Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros.
Ese detalle del evangelista San Juan es muy importante ya que Jesús que era quien estaba dando la cena. Por consiguiente, a Él le correspondía todos los detalles de buen anfitrión. Y el lavarle los pies a los discípulos era un detalle de que Jesús los quería atender bien, como mandaba la costumbre judía. Recordemos aquel pasaje de la visita a Simón que había omitido los detalles de una buena atención a la visita y no le había lavado los pies a Jesús y que Jesús le hizo notar ese descuido. Bueno, entonces, no quería ser desatento.
Por supuesto, que Juan tiene en ese detalle una oportunidad para su teología, pues, en seguida, pone un discurso de Jesús explicando todo el contenido de lo que estaba haciendo. Y desde esa su Cristología está haciendo, ciertamente, eclesiología. Llama la atención, igualmente, las palabras negativas referidas a Judas.
Pero hay un detalle de esa cena de Jesús con los Doce, y que se ha llamado la última Cena, que vale la pena resaltar, además de los muchos que hemos resaltado y todos los demás que se pueden descubrir, es el hecho de la salida de Judas en medio de la cena. ¿Por qué?
Veamos.

La salida de Judas de la cena:


Si tenemos en alta consideración lo que prescribía el libro del Éxodo, hay en el detalle de la salida de Judas Iscariote un dato importante. ¿Por qué salía Judas? Si la Ley prescribía que nadie podía abrir la puerta, y mucho menos salir, sino hasta el día siguiente, ¿por qué, entonces, Judas sale? Veamos el texto:

Juan 13, 26-31:

Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote.
Y entonces, tras el bocado, entró en él Satanás. Jesús le dice: «Lo que vas a hacer, hazlo pronto.»
Pero ninguno de los comensales entendió por qué se lo decía.
Como Judas tenía la bolsa, algunos pensaban que Jesús quería decirle: «Compra lo que nos hace falta para la fiesta», o que diera algo a los pobres.
En cuanto tomó Judas el bocado, salió. Era de noche.
Cuando salió, dice Jesús: «Ahora ha sido glorificado el Hijo del hombre y Dios ha sido glorificado en él.

¿Por qué, Judas Iscariote, sale? ¿Por qué nadie se opuso, no era, acaso, un ir contra lo que se acostumbraba en la cena de la Pascua, entre los judíos? Por lo que se desprende del texto pareciera que fue mandado expresamente por Jesús, por eso, nadie hacía escándalo por esa salida. ¿Parecería normal entre ellos? ¿Y la tradición judía?
¿Qué estarán queriendo decir con ello los que escribieron sobre la última Cena?
En todo caso, todo parecería estar con lo permitido.
Terminan los evangelistas que todo terminó bien. Al final cantaron los himnos prescritos por la costumbre. Así lo refieren los testigos que hablan de ello.

Juan 18,1:

“Dicho esto, pasó Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, en el que entraron él y sus discípulos.
Marcos 14, 26:

“Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.”
Mateo 26, 30

“Y cantados los himnos, salieron hacia el monte de los Olivos.”
Lucas 22, 39:

“Salió y, como de costumbre, fue al monte de los Olivos, y los discípulos le siguieron.”

A todas éstas, ¿qué hora sería? ¿No había que esperar que amaneciera para poder cumplir con lo que se mandaba en la Ley?
San Juan le da a esa salida un toque muy especial. Cuando Judas Iscariote salió, era de noche. San Juan le está dando una connotación teológica: la luz-la oscuridad, y está haciendo teología con esos detalles muy suyos.

Un detalle que se omite: ¿dónde estaba sentado Jesús?:


A la hora de sentarse a comer alguien tiene que presidir la mesa. Por lo general, se coloca el más viejo o el más importante en uno de los extremos. Al punto que se puede decir que es “capo mesa”. Colocarse en uno de los extremos es señal de que es el que preside en la mesa.
¿En la última Cena, quién presidía la mesa? Se supone que Jesús por ser el jefe del grupo y el líder. No dicen nada los evangelistas sinópticos, al respecto. Lucas 22, 25-27, sin embargo, hace una referencia, pero no dice que estaba sentado en uno de los extremos:

Él les dijo: «Los reyes de las naciones las dominan como señores absolutos, y los que ejercen el poder sobre ellas se hacen llamar Bienhechores; pero no así vosotros, sino que el mayor entre vosotros sea como el más joven y el que gobierna como el que sirve.
Porque, ¿quién es mayor, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.

Pareciera que, más bien, Pedro sí se hallaba en un extremo. De hecho, por ser el más viejo le correspondería ese honor. De hecho, cuando Jesús, según el evangelista San Juan, estaba hablando de que uno lo iba a entregar, Pedro le hace señas a Juan, que según San Juan, se hallaba cerca de Jesús, incluso, recostado a su pecho, le hace señas para que le pregunte que de quien estaba hablando. Dice:
Juan 13, 20- 26:

En verdad, en verdad os digo: quien acoja al que yo envíe me acoge a mí, y quien me acoja a mí, acoge a Aquel que me ha enviado.»
Cuando dijo estas palabras, Jesús se turbó en su interior y declaró: «En verdad, en verdad os digo que uno de vosotros me entregará.»
Los discípulos se miraban unos a otros, sin saber de quién hablaba.
Uno de sus discípulos, el que Jesús amaba, estaba a la mesa al lado de Jesús.
Simón Pedro le hace una seña y le dice: «Pregúntale de quién está hablando.»
Él, recostándose sobre el pecho de Jesús, le dice: «Señor, ¿quién es?»
Le responde Jesús: «Es aquel a quien dé el bocado que voy a mojar.» Y, mojando el bocado, le toma y se lo da a Judas, hijo de Simón Iscariote.

Ese dato hace pensar que Pedro no se hallaba cerca. Tal vez, en el otro extremo de la mesa, en caso de que sea una mesa, y, que, por cierto, no dijimos nada en concreto respecto a lo de la mesa.
Por lógica, pues, se puede pensar que Jesús estaría en uno de los extremos y no en el centro. Ningún evangelista dice nada al respecto. Dicen que el que sirve está a la mesa y no sirviendo como lo estaría haciendo Jesús. ¿Pero no es, pues, suficiente para afirmar que Jesús estaría en el puesto del medio, como tal, sino en el servicio?
Tal vez, estaría Pedro, en un extremo, por ser, primero el más viejo; después, el segundo de a bordo, como se dice. Y en el otro extremo, tal vez, Jesús por ser el líder del grupo y el anfitrión de la cena.
Otros detalles:
Quedan todavía muchas preguntas por hacer. Así, por ejemplo, ¿Y, los de la casa donde estaban haciendo la Cena de la Pascua, no participaron, no fueron invitados? ¿Cuántos eran los comensales? Habíamos dicho que mínimo, trece. Bueno, catorce, sin contamos a la madre de Jesús. Pero, podría ser que haya habido más participantes.
Y otros muchos. Pero, vamos a parar, por ahora. Y pasemos a lo de algunos cuadros de algunos pintores que han pintado la última Cena, teniendo como base todo lo que hemos descubierto hasta este momento.

Pinturas de algunos pintores sobre la última Cena:


Con todo lo que hemos descubierto, ya tenemos muchas bases para tener un criterio propio para hacernos una idea, más o menos, exacta de lo que sucedió en la última Cena. Son criterios propios pero con fundamentos. No es ningún atrevimiento que los tengamos. Al contrario. Nos ayuda a mirar los textos desde otra óptica. Y, con toda seguridad, nos llevará a incrementar la fe. Pero, sobre todo, nos ayudará a enamorarnos más de las Sagradas Escrituras y de todo su sentido.
Ahora, ya estamos, en cierta manera, en capacidad para hablar con propiedad. Eso nos da muchos elementos válidos para poder mirar con sentido crítico todo lo que se diga sobre la última Cena. Así, desde esos descubrimientos, podremos mirar algunas pinturas de algunos famosos y poder opinar. Claro, que nuestro atrevimiento, si lo es, al respecto, no será sobre su valor artístico, sino sobre su contenido.
No somos críticos de arte. Además, si lo fuéramos, tendríamos que reconocer que el arte es subjetivo. Es decir, que tiene belleza por sí solo. Por eso es arte. No será ese el camino en esta otra nueva parte que estamos a punto de comenzar. De hecho, a un artista no se le puede criticar, sino comprender y admirar. Porque como arte es una expresión y como expresión estamos obligados de respetar.
Estamos claros y es preciso reconocer lo que podremos y no hacer. No será sobre el valor artístico. Nos libre Dios, de semejante atrevimiento. Será sobre el contenido plasmado en las obras y desde la objetividad a los hechos reflejados.
Buscaremos los acercamientos o las distancias. Eso nos obliga, igualmente, a estudiar la época, la influencia, la cultura, la filosofía y la teología reinantes en los tiempos en que fueron pintados. Sin embargo, aquí no podremos hacer ese rico e interesante estudio comparativo. Nos llevaría demasiado tiempo. Eso lo vamos a dejar a las Enciclopedias Generales y de Arte.
Nos limitaremos a los contenidos de los cuadros. Ni siquiera a las genialidades de cada pintor o a sus destrezas en manejar los pinceles, ni a su dominio de las sombras, de los claroscuros, o a los juegos de las luces. No estamos en capacidad de hacerlo. Nuestras comparaciones serán sobre los contenidos respecto a lo que hemos descubierto. No más. No menos.
Para mirar algunos de los cuadros seleccionados véase el apéndice número tres, al final del libro. Nos hubiese gustado dar todos los cuadros pero no nos fue posible.

La última cena de Giotto:


¿Quién era Giotto? Las Enciclopedias dan esos datos.
El cuadro que nos interesa de Giotto fue pintado en el año 1305.

Descripción del contenido del cuadro de Giotto:


·        Ambiente sobrio. Muy sencillo.
·        La mesa es corta y pequeña.
·        Hay trece personajes.
·        Hay un personaje que preside la mesa. Pareciera que fuera Pedro por sus características: es el más viejo.
·        Al lado de quien preside la mesa está Jesús, al lado izquierdo. Es fácil suponer que sea Jesús porque es el único que tiene una especie de aureola blanca.
·        Al lado del de la aureola blanca hay un personaje recostado.
·        El de la aureola blanca le pasa la mano por la espalda al que está recostado sobre él.
·        Están sentados en el piso.
·        Todos los demás tienen aureolas de otro color, distinto, al de la aureola blanca.
·        Los que están de espalda tienen aureolas en las cabezas. Los que están de frente tienen las aureolas, prácticamente, en la cara.

Pregunta: ¿Es fiel a los elementos que hemos descubierto en la última Cena según los datos de los evangelios? En algunos elementos pareciera que sí: 1) uno recostado al pecho de Jesús; 2)Trece personajes; 3) Pedro preside la mesa.

La última Cena de Domenico Ghirlandaio:

Descripción del cuadro de Ghirlandaio:


·        El ambiente es una como especie de carpa.
·        En el fondo hay jardines y muchos árboles.
·        Trece personajes.
·        Hay un personaje recostado en la mesa, como descansando.
·        Un personaje le pone la mano encima al que está recostado en la mesa.
·        La mesa es en forma “U” recortada en uno de los extremos.
·        La mesa está cubierta de manteles, y por lo que se ve, se trata de manteles buenos.
·        Los manteles de la mesa están adornados con detalles en los extremos.
·        El piso es muy elegante. Tal vez, mucho.
·        Hay un personaje al lado opuesto, sentado solo. Este personaje está frente a los dos del centro.
·        Los personajes del centro parecieran ser Jesús y Juan, ya que uno de ellos le está colocando la mano en la espalda. Éste está recostado en la mesa.
·        Hay dos hileras de personajes: todos menos uno están en una misma línea.
·        El personaje que está solo, frente a los otros de la línea del frente, está como si estuviese relegado del resto.
·        Hay un perro al lado del personaje que está en sentido opuesto.

Pregunta: ¿Hay fidelidad con lo que se nos cuenta en los evangelios? Pareciera que no tanto: 1) el personaje que está en el lado opuesto al resto del grupo pareciera que fuera Judas Iscariote. 2) Lo del perro, ¿será una alusión personal a Judas Iscariote? 3) El personaje que está prácticamente echado sobre la mesa.

La última Cena de Fra Angélico:


Pintado en el año 1439.
Descripción del cuadro de Fra Angélico:

·        La sala pareciera como la de un monasterio.
·        Hay una especie de taburetes.
·        Todos tienen aureolas.
·        Hay un personaje que tiene una aureola con una cruz. Supuestamente es Jesús.
·        El personaje de la aureola con la cruz está repartiendo algo. Pareciera que está repartiendo la comunión.
·        No hay comida en la mesa.
·        Hay doce personajes.
·        Pareciera que en una de las esquinas hay una mujer. Tal vez, sea la madre de Jesús.
·        Dos de los personajes están arrodillados y tienen las manos juntas como en actitud de oración.

Preguntas: ¿Hay fidelidad a los textos de los evangelios? No. Ni en lo más mínimo. Veamos los detalles: 1) ¿Jesús repartiendo la comunión? 2) Hay doce personajes: de plano descartaron a uno. ¿Ese descartado será Judas?

La última Cena de Andrea del Castagno:

Descripción del cuadro de Andrea del Castagno:


·        El ambiente es muy elegante. Súper elegante.
·        Todo el ambiente pareciera arte netamente romano.
·        La mesa es larga.
·        Las sillas tienen muchos detalles y muy buenos acabados.
·        Hay diez personajes.
·        Hay un personaje recostado sobre sus propios brazos y sobre la mesa..
·        El personaje que está recostado está al lado del que está que pareciera que preside la mesa.
·        Al lado del personaje recostado sobre la mesa hay un personaje de barba. Pareciera que fuera Pedro.
·        No hay comida.
·        Hay un personaje en el sentido opuesto de los demás comensales. Este personaje pareciera ser de color. Tiene pelo y barba de color negros.
·        El personaje que está del lado opuesto está de perfil. Está sentado como sobre un taburete.
·        El piso es elegante.
·        Se notan los pies de algunos de los personajes por debajo de la mesa.
Preguntas: ¿Hay fidelidad a los textos de los evangelios? No tanto, que digamos: 1) ¿Tanta elegancia, tanto arte, es propaganda del arte romano? 2) El personaje sentado al lado opuesto del resto de los comensales.

La última Cena de Leonardo Da Vinci[2]:

Descripción del cuadro de Leonardo Da Vinci:


·        El ambiente parece un salón.
·        El salón tiene ventanales grandes: tres en el fondo y cuatro por cada lateral.
·        Detrás del ventanal del fondo pareciera como prado.
·        El techo tiene detalles cuadriculados.
·        La mesa es larga. La mesa tiene un detalle en todo el centro.
·        Hay trece personajes. A simple vista se notan claramente doce personajes.
·        Hay un personaje que apenas se divisa. Este personaje pareciera de color. Apenas se le nota la parte del cuello.
·        Hay comida en la mesa.
·        Los personajes conversan en pequeños grupos por separados.
·        Los personajes están de frente.
·        En el centro hay un personaje con las manos abiertas, como señalando la comida. Este personaje parece que sea Jesús.
·        A cada lado, derecha e izquierda, hay seis personajes.
·        Un personaje señala con el dedo al personaje del centro.

Preguntas: ¿Qué tanto es fiel este cuadro a los hechos narrados en los evangelios? Parece que bastante. Sin embargo, algunos elementos distintos: 1) Jesús supuestamente en el centro de la mesa. 2) ¿Por qué un personaje no se detalla y apenas se insinúa? ¿Este personaje sería Judas Iscariote?

La última Cena de Juan de Juanes:

Descripción del cuadro de Juan de Juanes:


·        La mesa tiene un mantel.
·        En la mesa hay una especie de bandeja.
·        En la mesa hay una especie botella de vino
·        En la mesa hay dos cuchillos, al lado de lo que parece que es una bandeja
·        Once personajes tienen aureolas, menos el del centro y el último que está en un extremo de la mesa.
·        Hay trece personajes.
·        Hay una vasija grande en todo el frente de la mesa.
·        Hay una especie de ponchera, casi en todo el centro, del frente de la mesa.
·        El del centro tiene una especie de pan redondo y lo levanta con la mano derecha.
·        Un personaje está como si estuviera arrodillado, en un extremo de la mesa, y tiene las manos juntas, como en actitud de oración o de petición.
·        Se notan los pies, por debajo de la mesa, del personaje que está en el centro.
·        Se notan también los pies, por debajo de la mesa, del personaje que está a la izquierda del personaje del centro.
·        Encima de la mesa hay como pan.
·        Hay una especie de arco en columnas detrás del centro, justo detrás del que está del personaje que está en el medio y que levanta la mano derecha enseñando como una especie de pan.

Preguntas: ¿Fidelidad a los textos evangélicos? De plano, no. Ciertamente, hay referencia directa a la Eucaristía, como tal. Sin duda que hay fidelidad teológica. Pero eso es interpretación posterior. Estamos es relacionando con los hechos de los evangelios y a su fidelidad.

La última Cena de Andrea del Sarto:

Descripción del cuadro de Andrea del Sarto:


·        Una sala grande.
·        Hay trece personajes.
·        La estancia es de dos pisos.
·        En la parte superior de la estancia hay dos personajes.
·        Hay una como división entre el piso de abajo y del arriba.
·        Hay comida en la mesa en todo el centro donde está el personaje del centro.
·        Mucha sobriedad en el ambiente.
        

Efrén Ordóñez:


Hace explícita referencia a la Eucaristía.



[1] Cfr. Ecclesia de Eucharistia.
[2] Véase el apéndice número tres.

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