viernes, 30 de diciembre de 2016

Las palabras dichas por Jesús

 

Existen en los evangelios expresiones de Jesús que parecen contradictorias. Y ante las que no puede uno dejar de hacerse preguntas y planteamientos. En este apartado trataremos de abordarlas y de aplicarles la metodología que estamos utilizando en este libro.
La primera pregunta que nos haremos es ¿Jesús las dijo, y en algunos casos concretos, obedece al estilo de Jesús? Porque, parece mentiras, muchas no cuadran con su estilo y proyecto. Eso nos llevará por caminos nuevos e interesantes.

Personalidad de Jesús, según nos han enseñado:


Siempre nos han enseñado que Jesús es muy dulce, y hasta tierno. Por lo general nos hemos hecho la imagen de un Jesús bondadoso y cariñoso. Sirve de soporte todas las curaciones y milagros realizados y que aparecen en los evangelios. Se le suma algunas parábolas y comparaciones. Pero, ¿Jesús era como nos lo han enseñado? La principal referencia es que es “el Hijo de Dios” y desde allí se inspira todas las buenas y agradables impresiones.
¿De dónde ha salido tanta dulzura y cosa bonita que nos inspira Jesús? De los evangelios. Sin duda.
Sin embargo, en los mismos evangelios hay muchos elementos para afirmar que Jesús, más bien, era todo lo contrario.
Nos han enseñado un Jesús, más bien, bonito. Buena gente, simpático, que se deja querer. ¿Tomando como guía de lectura los evangelios, será verdad que era así?
Muchos teólogos intentaron alguna vez hacer una biografía de Jesús, desde los evangelios, y llegaron a la conclusión de que no se podía.
Otra cosa: el Jesús de los evangelios es el Jesús desde las cristologías de cada evangelista. Es decir, cada evangelista está plasmando la experiencia del resucitado y están haciendo Cristología. Desde esa perspectiva, ellos intentaron plasmar en la historia su propia experiencia del Cristo, el resucitado, el Mesías, el esperado. De Jesús el Cristo.
¿Dónde está el problema? Ellos están haciendo Cristología. De manera, que cada evangelista tiene su propia Cristología, lo que nos obliga a leer los evangelios desde esa única óptica posible. No hay otra. Todavía, más: los cuatro evangelios tienen una Cristología única, y cada uno por separado, tiene la suya propia. O sea, que se puede decir muy bien y hablar de la Cristología de los evangelios, y la Cristología de cada uno en particular. No hay discontinuidad ni separación, aunque sí complementariedad.
Se trata, pues, de la experiencia del resucitado que vivió en Nazaret, en Galilea, y que murió en Jerusalén. Se trata de un intento histórico de la experiencia del resucitado.
Pero la cosa no termina, todavía. Falta dedicarnos a las palabras dichas por Jesús y que todavía no hemos analizado. Porque la cosa es interesante. Pero, como no es mi tarea que pierda la fe, sino que la incremente, déjeme decirle que hay supuestas expresiones de Jesús que no van con todo el sentido de los evangelios y que fuera bueno que les dedicáramos un tiempito.
 “Supuestas expresiones de Jesús”. Y es válido. Pues se trata de Cristologías de cada evangelio, con la nota característica de intentos de recoger la historia de Jesús, el histórico y el real, que vivió en una época concreta del tiempo y del espacio de la historia, pero que es el Resucitado. Por eso son Cristologías y Cristología. Para que quede convencido, miremos cómo comienza el evangelista San Lucas su evangelio, y veamos si es acertado o no, lo que estoy tratando de comunicarle. Lucas 1, 1-y siguientes:

Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido.
Hubo en los días de Herodes, rey de Judea, un sacerdote, llamado Zacarías, del grupo de Abías, casado con una mujer descendiente de Aarón, que se llamaba Isabel... ( y comienza todo el relato que Lucas hace).

Esa es la realidad de los evangelios. No hay otra.
Sin embargo, para que quede inquieto, trate de verificar si va con todo el estilo del Jesús resucitado, la referencia constante en los evangelistas respecto a las palabras de Jesús hacia Judas. En los evangelios, cada vez, que los evangelistas hablan de Judas lo hacen ver como el traidor. Lo fue. No cabe ni la más mínima duda. Lo fue.
Las preguntas para que las resuelva, respecto a Judas y a Jesús, podrían ser las siguientes:
¿Jesús se refería tan despectivamente de Judas como nos lo hacen ver los evangelistas? En la última Cena, hay unas palabras muy fuertes de Jesús hacia Judas, tales como “más le valdría no haber nacido”; o esta otra que refiere San Juan 8, 70-71 “Jesús les respondió: «¿No os he elegido yo a vosotros, los Doce? Y uno de vosotros es un diablo.» Hablaba de Judas, hijo de Simón Iscariote, porque éste le iba a entregar, uno de los Doce.”
Esto nos lleva a volver a preguntar: ¿Jesús pudo referirse de esa manera de Judas? ¿Esa manera obedece al estilo de un hombre que propone el perdón, la mansedumbre, y, tantas otras cosas por la misma línea? ¿No hay en esa afirmación un resentimiento y un cierto odio? ¿Hay en esa expresión un realizarse el Reino del que hablábamos en el Padre nuestro?
Los evangelistas, sobre todo San Juan, siempre nos refieren que Jesús tenía clara conciencia de su muerte, y en cruz. Jesús sabía, según San Juan, que ese era el plan del Padre y que se sometía a él con toda su libertad y voluntad.
Ahora bien. Si ese era el plan del Padre, ¿obedece esas palabras de la última Cena, respecto a Judas, a una obediencia libre y querida del Hijo? ¿Dónde está la íntima relación y el perfecto conocimiento del Padre y del Hijo?
¿Esas palabras son propiamente de Jesús? Más aún, ¿son de su estilo y línea? ¿Qué tienen que ver los autores de los evangelios en la inserción de esas palabras referidas a Jesús? ¿Serán verdaderamente palabras de Jesús, o de sus autores y de la comunidad de los primeros cristianos? Preguntas que le dejo para que se inquiete.
Además, no tiene sentido que en la última Cena, Jesús se exprese de esa manera de Judas, y se muestre generoso y complaciente con el ladrón que crucificaron junto a él la misma tarde. No se emparentan estos dos acontecimientos. Muy duro, en uno; y, muy generoso, en el otro. Muy dispuesto a perdonar en el segundo, pero, más bien sin perdón en el primero. ¿No le parece contradictorio? O se es dadivoso, o, no se es. Creo que no puede haber antagonismos.
Por otro lado, ¿no era el Hijo de Dios? ¿Y Dios, no es amor? ¿Dios es antagónico?
No se sabe a ciencia cierta cuáles fueron, propiamente, las palabras de Jesús y que aparecen en los evangelios. De lo que se tiene seguridad es que “Abbá” si es suya. (véase el tomo I, Jesús de Nazareth, de Joseph Ratzonger, Papa Benedicto XVI, donde el Papa dice que no se puede separar las palabras de Jesús de la construcción cristológica de los autores de los Evangelios)

¿Y las referidas sobre Judas en la última Cena?

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